Congelar los precios de la energía

La energía fotovoltaica ha ido creciendo en participación en la matriz energética de El Salvador y de toda Centroamérica. La política energética de cada país ha permitido timonear las inversiones a fuentes de generación renovables que permiten minimizar el costo de combustibles fósiles y la contaminación generada por su uso.

Podemos enumerar varias razones de peso para invertir en energía renovable: 1) fuente renovable de energía de bajo costo, 2) Alcanzar una sostenibilidad ecológica, 3) Minimizar el impacto de combustibles fósiles y 4) Inmunizarse ante la volatilidad de los precios de la energía, entre muchas otras.

Todos los puntos anteriores han sido abarcados muchas veces por personalidades con reconocimiento en el sector. Sin embargo, muchas veces no se explica ni ahonda en el punto 4 que es la gran posibilidad de inmunizarse ante los precios de energía para los sectores industrial y comercial.

Un análisis al mercado salvadoreño

En El Salvador la tarifa a usuario final regulada cambia cada 3 meses. Es usual ver en los periódicos su incremento o disminución en un determinado cambio porcentual, lo cual puede darnos la impresión de que dicha variación es escasa (ya que es para un período trimestral) sin embargo, al analizar la variación en una base anual, podemos encontrar un cambio porcentual de mayores magnitudes.

Para una planta de producción, un centro comercial o un supermercado; estos cambios porcentuales en tarifa bajo base anual representan un alto impacto en el presupuesto año con año. Este costo energético que puede subir o bajar hasta un 20% en un año, afecta toda la línea de costeo de sus productos de manera directa -para aquellos que manejan un costeo adecuado a su giro-.

Si se asocia el nivel de producción a la demanda esperada de un producto, ajustado a la capacidad de producción de una planta y esta opera bajo una figura de costeo específica, ante costos energéticos variables, puede existir un impacto considerable para establecer el margen de contribución adecuado a dicho producto.

Cuando el tiempo es dinero

Los empresarios industriales más hábiles que conozco saben a qué horas es más eficiente producir, con cuáles máquinas, en qué determinados turnos. Además, saben que, si se busca el crecimiento, pueden encontrar en el costo energético una barda alta para saltar. Por ejemplo, si desean ampliar una línea de producción y la única capacidad ociosa disponible se encuentra en la franja de hora con costo energético más alto, analizan bien a detalle si cuentan con la escala necesaria para hacerlo rentable.

Un supermercado puede tener el mismo problema. El gerente del Supermercado puede pensar en mover ciertas funciones a horarios más convenientes donde el costo de energía sea más barato o se consigan eficiencias al ocupar las mismas horas para más tareas. Puede que una labor que se realizaba en horarios nocturnos sea más conveniente realizarse en horarios diurnos por la madrugada o la mañana.

Una solución interesante

La instalación de un Sistema Fotovoltaico (SFV) nos ayuda directamente con los problemas anteriores. La compra e instalación de un SFV no es más que el prepago de todos los flujos futuros de costo energético que se iban a pagar por la potencia y consumo demandado ceteris paribus[1]. Pero para que tenga sentido prepagar, este debe de ser a un descuento menor a lo que se estima pagar en tarifa por lo largo de la vida del SFV.

A lo anterior le llamo “congelar los precios de la energía”. Si podemos razonablemente garantizar el costo de energía eléctrica consumido, digamos por 25 años, entonces la premisa consiste en asegurar que ese descuento sea el mayor posible.

Si el costo energético es bajo entonces no hay mucho beneficio en prepagar, pero si es alto y impacta directamente a los costos de producción, se vuelve importante analizar la conveniencia de este prepago. Un SFV en este caso, a mi parecer, pasa a ser una necesidad.

En conclusión, un empresario empieza viendo la conveniencia de realizar un solo pago de todos sus consumos futuros de energía por un plazo determinado si es posible congelar esta variable, lo cual le permite ampliamente controlar sus costos energéticos y tomar rienda de su otro objetivo: el crecimiento sostenible de su empresa. Ya el mundo es volátil, los costos energéticos no tienen por qué serlo.


[1] Todo lo demás constante.